Borracha del dolor , sus pies caminaban extraviados, cada rueda de auto era un imán, una nueva tentación. Se mordía los labios sin entender que sangraban, solo para detener las lágrimas que amenazaban con llover esa noche. El frío era ingobernable, aterrador. Eran tan fuertes las ganas de detenerlo, de irse a cualquier lugar en donde no estuviese viva. Siempre llegó tarde a todos lados, también a él. Siempre tarde con sus sueños, con las ganas y ahora el amor, tan herida, tan llaga amenazando desde dentro con perpetuarse en su alma.
Sus pasos se acercaron a la puerta que sus manos autómatas abrieron. Subió lentamente por la escalera, mientras cada escalón le pesaba más y más en el pecho. Llegó a un pasillo, luego otra puerta, pero solo veía el balcón que ansioso la aguardaba.
La cornisa le sabia a miel a desagravio, algo la impulsaba a ir más y más abajo...tan abajo. Se sentó allí con los pies colgando, un movimiento pendular la serenaba, iba y venía de atrás hacia adelante, de adelante hacia atrás y sus ojos ya helados vieron todo moverse de repente....velocidad....ve
Luego gente corriendo y más gente....pero ella ya no era nada, tampoco dolor.
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