Creo que he sido un mal sueño desde que nací, algún escupitajo en la cara de quien intente interpretarme. Mirando todos mis agujeros puedo reconocerme dividida en mil partes y ninguna de ellas hoy vale la pena para mí.
Hay días en que me odio bastante y mi odio hace que las lágrimas se retuerzan en mi estómago. Si pudiera vomitar tal vez, tal vez me sentiría más feliz.
Pero tengo que continuar construyendo aún con los codos, entregando mi sonrisa a quien lo necesita, olvidándome de mí, de las jodidas y miserables cuestiones que me patean el trasero, no porque sea una mentira ...sino porque tengo que vivir.